Charo Dávalos R.
El desarrollo perceptivo consiste en el aumento de la sensibilidad del niño hacia qué propiedades de los objetos y de las personas permanecen estables y cuáles varían. Captar la información que transmite la luz al reflejarse en el medio es una parte importante de la percepción. De esta forma explica Jame Gibson, la percepción en su enfoque ecológico de la visión, así como todos los demás sistemas perceptivos.
Gibson (1979) basa su planteamiento en el hecho de que la luz que captan nuestros ojos no es aleatoria ni esta desorganizada, sino que refleja cómo está estructurado el medio físico. Se irradia sobre los objetos de forma constante, dependiendo de las características físicas y de la situación general, y según Gibson ofrece una visión particular de la percepción. Existen otras muchas teorías, y todas de una forma u otra, intentan explicar el proceso por el que, más allá de la simple sensibilidad, conseguimos comprender el mundo físico por medio de nuestros diversos sistemas perceptivos.
La mayoría de las investigaciones sobre la percepción más temprana se han realizado en el campo de la visión, y es en este campo donde hoy existen sólidas pruebas de que los bebés, incluso los recién nacidos, son perceptores objetivos. A parte de ser sensibles al estímulo físico, son perceptivos del mundo de los objetos, del que hacen una interpretación básica pese a su acentuada inmadurez visual durante los primeros meses después del parto (Rochat, 2004, p.125).
El desarrollo perceptivo durante el primer año (Gibson, 1988)
- 1. Abarca desde el nacimiento hasta los cuatro meses.
- El bebé centra su atención en el campo visual inmediato y descubre algunas propiedades básicas de los objetos al prestar atención a su movimiento y al ejercer la exploración háptica a través de la boca. Además atiende a los sonidos que producen los sucesos observados. Estos sistemas exploratorios ya aparecen coordinados. No se trata de recibir estimulación sino de extraer invariantes.
- 2. Comienza en el quinto mes.
- El bebé presta atención a los objetos. El desarrollo del sistema de exploración manual le permite alcanzar y agarrar los objetos. La agudeza visual se ha incrementado, y puede captar la profundidad. Se intensifica la exploración intersensorial no sólo de los objetos en movimiento, sino también de los objetos estáticos.
Eleanor Gibson y Richard Walk (1960) inventaron un aparato denominado el “abismo o precipicio visual” que ha tenido importantes aplicaciones en este campo de la investigación. La historia de este invento es la siguiente. Cuando la psicóloga Eleanor Gibson y su marido James J. Gibson, fueron hace muchos años al Gran Cañón del Colorado con su hija, la Dra. Gibson se llevó un susto espantoso al ver a la pequeña de dos años acercarse al borde del abismo. La quitó de ahí aterrada y no la soltó ya por más que su marido le aseguraba que un niño de esa edad puede percibir la profundidad tan bien como un adulto.
El equipo que usaron para crear la ilusión de profundidad suele aparecer ilustrado en los libros de texto; consta de una mesa con una cubierta de vidrio grueso rodeada por un borde para que un niño puesto encima no pueda caerse. La mitad de la superficie lleva pegada justo debajo del vidrio una tela de cuadros con la cual también se cubre el piso que queda bajo la otra mitad de la mesa, que tiene más de un metro de altura. Esto produce el efecto de que la mesa termina a la mitad de la superficie de vidrio y después sigue un precipicio. La teoría de los científicos era que si un niño podía percibir la profundidad no se aventuraría hada la parte "profunda" del vidrio a través del cual podía ver la tela de cuadros muy por debajo de él. Es como si se extendiera una lámina de vidrio, por gruesa que fuera, sobre el Gran Cañón y se nos pidiera a cualquiera de nosotros que pasáramos por encima pudiendo ver allá abajo el fondo del barranco.
El experimento de Gibson WaIk se llevó a cabo con 36 niños de entre 6 1/2 y 14 meses de edad. Se les puso, uno por uno, sobre la parte aparentemente "poco profunda" de la superficie de vidrio, mientras la madre, desde el extremo de la parte "profunda", les hacía señas para que se acercaran a ella. Sólo tres de los niños se atrevieron a gatear sobre el "abismo". Algunos lloraban porque no podían llegar hasta donde se encontraba su madre, otros tanteaban el vidrio de la parte "abismal" como si quisieran comprobar su solidez, pero de todas maneras retrocedían. Así se pudo comprobar que, efectivamente, los bebés perciben muy bien la profundidad.
Un bebe se acerca al borde de un abismo y su madre, aterrada, la carga en brazos. Cabe la pregunta: ¿habría sido capaz de proseguir?
Situación experimental:
Se diseñó un artefacto denominado “abismo visual”, consistente en un abismo artificial con el que podía experimentar con los bebés sin el menor peligro. El “abismo visual” es una mesa con un vidrio arriba con dos mitades diferenciadas. En una mitad se colocaba un mantel, o un hule con dibujos parecidos a un tablero de ajedrez muy cerca debajo del vidrio; en la otra mitad se colocaba un hule debajo del vidrio a bastante distancia. Los bebés entre seis meses y medio y doce meses fueron colocados encima de la mitad poco profunda de la mesa eran animados por sus madres para que gatearan sobre el borde del “abismo virtual”.
La mayoría de los bebés no respondieron a los incentivos que se les ofreció, presumiblemente porque ellos poseen al menos algunos de los elementos de la percepción de la profundidad. Esto sugiere que perciben la diferente profundidad de las dos zonas y que muestran miedo al lado más profundo. Este aparato se ha utilizado también el conjunción con medidas de corte más fisiológicos (en vez de conductual) para estudiar a bebés más pequeños. Los bebés de dos meses muestran evidencia de percibir las distintas profundidades.
Fig. “Abismo visual”
De igual manera, otro de los estudios más notables durante la infancia llevado a cabo por Eleonor J. Gibson, consistió en que ella pidió a sus sujetos, niños de cuatro y ocho años de edad, que seleccionaran de una muestra de trece figuras aquella que fuera idéntica al estímulo estándar. Gibson ha identificado cuatro estrategias perceptivas básicas que demuestran el tránsito desde la primera infancia hasta la adolescencia.
· Captación/actividad. Durante la primera infancia los niños tratan de captar estímulos que llamen su atención; hacia el final de la infancia lo más interesante es la intención y el interés sobre lo que percibimos.
· Búsqueda asistemática/búsqueda sistemática. Las estrategias de exploración se vuelven más complejas. Durante la primera infancia, la observación visual será asistemática, pero a medida que el niño crece, el reconocimiento será mejor porque se servirá de exploraciones diversas, visuales, manuales, etc., previas.
· Amplitud/selectividad. Esta capacidad representa la habilidad de los niños para centrarse en un aspecto sencillo de una situación compleja.
· Ignorar información irrelevante. Para reconocer determinados objetos es necesario que el niño ignore determinadas características irrelevantes, para centrarse en los atributos definitorios o esenciales. Cuando se está realizando determinada tarea, si el niño no es capaz de desoír los ruidos irrelevantes, éstos interferirán en la tarea.
Dado que Eleanor y James Gibson explican el desarrollo perceptual mediante la diferenciación perceptual, plantean que los estímulos presentados a los órganos de los sentidos contienen toda la información necesaria para que la percepción ocurra. Lo que sucede durante el proceso de crecimiento es que los niños gradualmente aprenden a identificar los rasgos cruciales de cada estímulo.
Una perspectiva diferente es la hipótesis del enriquecimiento perceptual. Los estímulos presentados a nuestros sentidos frecuentemente son pobres en cuanto a la información que ellos ofrecen. La precisión de la percepción se desarrolla a medida que los niños aprenden a complementar los estímulos con la información procedente del conocimiento y la experiencia del niño.
Así como las investigaciones de los Gibson explicaron características del desarrollo perceptivo de los bebés, de igual forma sus investigaciones probaron que los organismos captan directa e inmediatamente cualidades elementales del entorno, que les permite situarse y actuar en él adaptativamente. Los organismos percibimos el espacio repleto de objetos, limitados por sus bordes respectivos, ocluyéndose unos a otros; percibimos la compacidad de los objetos, su tamaño constante (pese a sus cambios); percibimos la superficie por la que nos desplazamos como apta o no apta para caminar (lisa/rugosa/áspera/resbaladiza, sólida/líquida, etc); percibimos los cambios o sucesos, especialmente los debidos al movimiento (ya sea el de los objetos ya sea el nuestro) etc.
La perspectiva del realismo ecológico, sugiere que existe un acoplamiento entre el organismo y su entorno de manera que la percepción no está ni en el haz luminoso ni en el aparato perceptor, cada uno por separado; nace en la conjunción entre los dos. Gibson concibe esta articulación organismo-entorno como un bucle en uno de cuyos polos está lo que la naturaleza ofrece como inmediatamente percibible y en el otro acciones biológicamente primordiales (andar, ocultarse, asir, esquivar, etc) del organismo (Perinat,2007, p. 103).
Referencias:
Gibson, J.
(1966). The Senses Considered as Perceptual systems. Boston: Houghton-Mifflin.
(1979). The Ecological Aproach to Visual Perception. Boston: Houghton-Mifflin.
Perinat, A. (2007) “Psicología del desarrollo”. 1º edición, editorial UOC, L.L: Barcelona.
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