Apuntes
Nuestra historia no es siempre un relato de acontecimientos más o menos memorable que han ocurrido dentro del espacio geográfico que hoy llamamos Perú. Es esencialmente, la comprensión del proceso de formación y desarrollo de la cultura de la nación peruana. Pero esta peruanidad hinca sus raíces desde tiempos milenarios, en los Andes Centrales, con las primeras manifestaciones de la presencia de los seres humanos y sus expresiones culturales que se advierten en el territorio peruano hasta el presente, inicios del siglo XXI.
Entre todas las expresiones culturales que constituyen testimonios de creatividad de un país, sobre todo como el nuestro, por lo tanto patrimonio cultural, como es el idioma quechua, a pesar del excepcional caso de la ágrafa sociedad andina, “constituyen una de las fundamentales expresiones de la tradición oral de sus pueblos, juntamente con las manifestaciones artísticas populares o tradicionales, la ideología o mentalidades ancestrales. Este acervo constituye pues la herencia cultural que nos han legado nuestros antepasados, y es tan importante que el país como los testimonios monumentales y documentales de la nación” (1)
En nuestra tradición oral como expresión cultural, el lenguaje, que pasa de generación en generación por medios no escritos, además de la comunicación directa y la literatura oral (narraciones, cuentos, leyendas, poesía, dichos y refranes) junto a ella, tenemos el arte popular o folclor, que también se comunica básicamente por medios no escritos, como la música, danza, canciones, costumbres, prácticas consuetudinarias y técnicas artesanales. Es decir la sabiduría, o la suma de conocimientos y capacidades artísticas tradicionales o populares que circulan y se transmiten sin pasar por el registro gráfico o documental.
El quechua como una de las más grandes creaciones en nuestro sub continente, es uno de los mayores patrimonios que todo el Perú debe tomar muy en cuenta cuando se habla de desarrollo, porque cumple dos funciones esenciales e imprescindibles: En primer lugar, constituye una fuente valiosa para estudiar la historia del país, especialmente del Perú profundo y que no han dejado documentos escritos; por su carácter depositario y vehículo de la memoria colectiva de todos los pueblos, que son un archivo viviente de sus historias, para la reconstrucción de una verdadera historia nacional.
Pero la función más importante para la vida actual y futura de nuestra sociedad, es la de ser depositaria de la sabiduría, creencias, valores, costumbres, prácticas y creatividad andina, constituye el pilar de la nacionalidad y de sus regiones, dándonos identidad y personalidad propias enraizadas en la idiosincrasia de todos y en cada uno de nuestros pueblos. Suficientes razones para que un Estado nacionalista, en favor de nuestra lengua materna establezca sólidas instituciones culturales que garanticen rescatar, preservar y promover nuestro patrimonio lingüístico, así como incorporarlo en todos los sistemas educativos, tanto universitario, escolar y mediático.
Porque bien sabemos que “la conciencia humana no podría haberse formado ni expresado sin objetivarse en la lengua, cuando el sonido se convirtió en medio intencional para designar acciones y objetos. La lengua se formó como instrumento indispensable de conocimiento y comunicación recíproca en el trabajo -la recreación, en la confrontación-. La lengua y la conciencia están tan intrínsecamente unidas que en la historia de la lengua han quedado impresos los pasos recorridos por la conciencia” (2). Por lo tanto, “el estudio cuidadoso y profundo de las reminiscencias de las antiguas formas lingüísticas en las lenguas contemporáneas y especialmente en las lenguas cuyo desarrollo histórico -como el andino- se vio abruptamente interrumpido, permite llegar hasta las capas más antiguas del pensamiento ... de ahí que la secuencia histórico-lógica de los conceptos cuantitativos y cualitativos, así como también del concepto de movimiento y las relaciones espacio-temporales, -por ejemplo- se observan en el estudio del kichua” (Almeida y Haidar, Ibiden, 1009).
Sobre todo en el disperso mosaico de las diversas étnias andinas que constituyen nuestro país, el estudio de nuestras lenguas deviene en una manifestación de gran significación social, política y económica para una comprensión crítica de la realidad del país. Que, desde el campo de la lingüística, “pensamos que es tarea primordial estudiar las lenguas aborígenes no solamente por su valor científico, sino también porque se debe sacar de ellas las pautas ideológicas en las relaciones inter-étnicas” (Almeida y Haidar, Ibidem, 1018).
NO olvidemos que la lengua es el rasgo primordial en la definición de la nacionalidad. La estructura de nacionalidad bilingüe se manifiesta cada vez más débilmente en los grupos indígenas debido al sistema de opresión y la marginación a que han sido sometidos desde la colonia hasta el día de hoy, incluyendo la migración hacia las ciudades. Entonces, conservando la lengua e impulsando su propio progreso, se contribuye a formar la conciencia de los valores nacionales y regionales, y el fortalecimiento de nuestra alicaída identidad.
Sin embargo, hoy en día somos concientes que “la comunidad indígena y campesina, heredera de una vital experiencia en la percepción y manejo de sus propios recursos. -incluso el poco uso de sus lenguas maternas-, acumulada a través de miles de años, no representa un impedimento para el desarrollo, sino una alternativa a su estancamiento, como fuente de “paleo-tecnología” apropiada para el mejoramiento de la condición peruana actual... Esta sabiduría aborigen está en peligro de ser desplazada paulatinamente, a raíz de la expansión no controlada de prácticas culturales y tecnologías exóticas en el área rural andina” (3).
A pesar de ello, no son pocas las comunidades campesinas que “resisten la introducción masiva de valores y actividades foráneos -a través de la escuela y los medios de comunicación masiva-. Prefieren mantener su identidad y diferenciación cultural, en contraste con las alternativas ofrecidas por la cultura cosmopolita occidentalizada. Creemos que el núcleo de este patrón cultural tradicional está todavía firmemente vigente y presenta un modo alternativo de adaptación humana que debe ser respetado y protegido” (Vreeland, Ibidem, 3).
Y frente a la tenebrosa globalización neoliberal, “desde el punto de vista de un desarrollo nacional de sólida identidad andina implicaría, entre otros aspectos: Un proceso de autodeterminación, al dirigir y ser dueños de nuestra historia. Autonomía cultural, promulgando nuestros propios modelos lógicos y estéticos y sus valores. Mantener el control sobre circuitos reguladores de nuestras comunidades (equidad en los intercambios, saludables relaciones de género y generacional). Respetuosa y propulsora gestión de la economía local y ecológica” (4); que sólo con el persistente y sistemático esfuerzo científico y académico de la talla de Mariátegui, Tello, Porras, Basadre, Choy, Tauro, Valcárcel, Roel, Torero, Macera. Argüedas, Lumbreras. Flores Galindo, Montoya, Rostworowski, Ossio, Millones, Burga y muchos otros paradigmáticos científicos sociales, además de valiosos extranjeros, estaremos reconstruyendo nuestro pasado, juzgando el presente y modelando un óptimo futuro.
Referencias:
José Fernández Sánchez, Homenaje a Alfredo Torero. EL MUNDO ANDINO: CULTURA Y LENGUAJE MILENARIO. San Marcos 29/9/2005.
(1) LORÉNS, José Antonio. Situación de la tradición oral como parte del patrimonio cultural de la nación. EN: Patrimonio cultural del Perú. Balance y perspectivas. PAG. 129. FOMCIENCIASLIMA, 1986.
(2) ALMEIDA DE OÑA, Ileana y HAIDAR DE MARTÍNEZ, Julieta. Hacia un estudio semántico del kichua del Ecuador. En El hombre y la cultura andina. Tercer Congreso Peruano. Tomo V. Pag. 1008. Lima, 1977.
(3) VREELAND, James M. Nuestra comunidad arqueológica: el porvenir del pasado andino. En: Actas del Congreso Nacional de Investigación histórica. Tomo III (Arqueología, Etnohistoria, Historia de la ciencia y la tecnología, cine). Pag. 12. CONCYTEC. Lima, 1991.
(4) HELBERG, Heinrich. La gestación de una nueva cultura en el Perú. En: Interculturalidad y bilingüismo en la formación de recursos humanos: educación, medicina, derecho y etnodesarrollo. Pag. 216. UNMSM. Lima, 2004.
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